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2. Crisis social. A pesar que el Perú ha sido destacado como uno de los países que más ha reducido
carencias en los 10 indicadores que se miden a través del Índice de Pobreza
Multidimensional (IPM) del 2019, la pandemia ha hecho retroceder dichos avances,
habiéndose comprobado el aumento de los índices de pobreza y de extrema pobreza, la
persistencia de las desigualdades y el descontento generalizado. En ese contexto, la crisis tendrá
repercusiones negativas en la salud y la educación, así como en el empleo y la pobreza.
La pandemia afectará el número de empleos (aumento del desempleo y el subempleo), la
calidad del trabajo (reducción de salarios y menor acceso a la protección social) y a los grupos
más vulnerables, como los trabajadores en el sector informal:
− Pérdida del empleo y crecimiento del subempleo. Las estimaciones de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT, 2020) indican un aumento del desempleo mundial de entre
5,3 millones de personas y 24,7 millones de personas, con una base de 188 millones de
personas desocupadas en 2019. En un escenario «medio» el aumento del desempleo sería
de 13 millones de personas, lo que tendrá un marcado impacto en el mercado laboral. El
mantenimiento de operaciones será especialmente difícil para las micro, pequeñas y
medianas empresas.
− Crecimiento de la pobreza y la extrema pobreza. La pérdida de ingresos laborales se
traducirá en un menor consumo de bienes y servicios, y puede llevar a muchos trabajadores
a situaciones de pobreza. La crisis tendrá mayores impactos en los más vulnerables:
personas con problemas de salud subyacentes, adultos mayores, jóvenes desempleados,
personas subempleadas, mujeres, trabajadores desprotegidos y trabajadores migrantes, con
los consiguientes aumentos en la desigualdad.
− Deterioro de la salud mental de la población. La salud mental constituye uno de los
objetivos priorizados de la OMS. En el enfrentamiento a la pandemia, a la par del
aislamiento social y otras medidas sanitarias, urge potenciar la resiliencia, el crecimiento
personal, las relaciones intrafamiliares y la atención especial a los grupos vulnerables para
así minimizar el impacto psicosocial de la epidemia en la población.