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El espacio cibernético proporciona la posibilidad de anonimato por medio de la
Internet. Esta sería una característica ventajosa para generar los actos delictivos, dado que
dificulta la identificación y rastreo del usuario ante la ejecución de una amenaza o ataque
(Ramírez, 2016). Por ende, esta realidad se convierte en un reto de gran relevancia para
cada nación, en donde cada uno deberá enfocarse a impulsar una infraestructura y
mecanismos de seguridad para la defensa cibernética. Una amenaza cibernética es un acto
malicioso que busca dañar o robar datos, e interrumpir la vida digital en general. Los
ataques cibernéticos incluyen amenazas como virus informáticos, filtraciones de datos y
ataques de denegación de servicio (Pauli y Franco, 2020).
Es un hecho que hoy día salvaguardar la integridad de un estado o nación no solo
implica un enfoque físico, sino también cibernético. Muy a pesar, si en teoría ambos tienen
un alto nivel de importancia, ese último rubro ha sido postergado en la mayoría de los
países subdesarrollados (Medeiros y Franco, 2020). En extensión, Aranda (2018) comenta
que en Latinoamérica se registra una variedad de crímenes cibernéticos. Entre ellos se
encuentra un reciente robo de alrededor de 10 millones de dólares efectuado a una entidad
financiera chilena. Entonces, el haber invertido una fracción de esa cantidad al rubro de
la ciberseguridad, tranquilamente hubiera evitado tal desfalco. Aranda añade además que
lo ocurrido no es un tema propiamente de un país, sino que se trata de un asunto global,
pues las pérdidas anuales debido al cibercrimen oscilan entre un 0,8 a 1,0 por ciento del
producto global bruto.
No solo Chile ha sido el único país de la región víctima de ataques cibernéticos.
Además de ser uno de ellos, el Perú ha registrado una gran cantidad de ciberataques
(Quiroga, 2021), un dato bastante preocupante y negativo para los usuarios y empresas
del país. Ya de por sí esa es una muy buena razón para que sus gobernantes le den una
mayor importancia a la implementación de sistemas de seguridad sólidos y robustos para
la protección de la información. Así mismo, Poma y Vargas (2019) explican que las
modalidades más comunes de los ciberdelincuentes se hacen mediante el robo y venta de